VILLA NUEVA (Mza): A LA PERSECUCIÓN DE UN OVNI
Dr.
Roberto Banchs
Soplaba un viento fresco y el cielo se hallaba estrellado en la
apacible madrugada del 24 de julio de 1978, cuando la misma adquirió
gran vivacidad para un taxista, su pasajero y varias personas más que,
alternativamente, observaron el desplazamiento de un singular fenómeno
en el cielo de Mendoza.
Aldo Modesto Nievas y Carlos William Brandi en un congreso de ovnilogía en Mendoza.
El suceso ocurrió poco después de las 3 de la mañana, cuando Carlos William Brandi
-un joven de 19 años, empleado- telefonea al servicio radiomóvil
solicitando un taxi para que lo traslade desde Las Heras hasta su
domicilio en Guaymallén. Aldo Modesto Nievas, chofer de
21 años de edad y cuatro de servicio en la compañía, recibe la
indicación de la central y acude a donde se encontraba Brandi, quien
minutos más tarde abordaría el vehículo Peugeot 404 gasolero, modelo
1974.
A las 3,30 horas, hallándose en la intersección del carril Godoy Cruz
y la calle Mitre, en las cercanías de la estación del Ferrocarril
General Belgrano, en San José, vieron un objeto de luminosidad blanca
que se desplazaba a unos 500 metros de altura. Nievas pregunta qué
podría ser, luego le resta atención y continúan por su camino, hasta que
advierten que esa luz sigue en la dirección que ellos llevaban.
Brandi le propuso entonces seguir al extraño objeto, conviniendo
hacerse cargo del gasto que demandaren los kilómetros demás, pero
igualmente intrigado, el chofer Nievas decide detener el reloj del taxi y
juntos lanzarse a la aventura sugerida por su compañero de viaje.
De inmediato la novedad le fue comunicada a la central de radiotaxis
con señal de prioridad absoluta (utilizada sólo en casos excepcionales),
solicitando verifiquen lo observado al operador de turno Leonardo Argañaraz,
quien informó de la misma a los otros conductores en mensaje abierto,
indicándoles que se dirijan al encuentro con su colega. Prontamente se
dio aviso a la policía. Mientras tanto, Nievas dejó el canal de
transmisión abierto y relataba todo lo que iba ocurriendo a los demás
vehículos de la compañía -unos 80- que circulaban esa noche.
El objeto, que por momentos adquiría la forma de un hongo gigante,
aparecía al principio como una luz algo débil, semejante a las luces
altas de un automóvil, pero pasados cinco minutos, se hizo tan intensa
que -según Brandi – continuamente sacaba parte de su cuerpo fuera de la
ventanilla, le dañaba la vista por algunos segundos, pero no pudiendo
evitar contemplarla.
Los azorados testigos declaran que por instantes el elemento aéreo se
hacía inobservable -quizá por algunos árboles interpuestos, o por
reducir su altura angular, en su opinión-, en particular, en el carril
Godoy Cruz y su intersección con la calle Murialdo, donde hay una
estación de servicio. Pero el ovni continuó su vuelo y siendo observado
atentamente, ya no sólo por los dos jóvenes, sino también por el
personal de la compañía, que subió a la torre de la central de taxis.
Croquis del ovni según Aldo Nievas.
Nievas reconoce durante la entrevista que mantuvimos aproximadamente
un año después del espectacular episodio, haber pensado que podría
tratarse de un avión que efectuaba vuelos rasantes -como se dijo-, pero a
medida que avanzaba, se convencía de que esa posibilidad era cada vez
más remota. Luego de andar unos kilómetros y persuadido de que estaban
frente a algún elemento desconocido, tuvo la ocurrencia de intentar una
suerte de comunicación con el ovni mediante guiños y cambios de luces,
mientras su pasajero moviera con intermitencia una perilla de los
indicadores del taxi, de luces rojas y amarilla.
Según afirman, el aparato pareció detectarlo, adelantándose al auto y
deteniéndose a unos 700 metros de distancia. Al darle alcance, la luz
blanca que tenía en su parte superior se extinguió y queda con cuatro
luces rojas de posición, ubicadas en su borde también superior.
Advierten que el ovni tendría unos 10 metros de diámetro y 5 o 6 de
altura. Los entusiasmados testigos continúan con las señas, y el objeto
reanuda su marcha en zigzag sobre el camino, despidiendo luces. “Viendo
el velocímetro del auto, que marcaba 95-100 km/h, el objeto siempre iba
delante nuestro -sostiene el conductor- así que iría a esa velocidad;
incluso cuando zigzagueaba no reducía nunca su marcha”.
El ignoto objeto se cruzaba de un lado a otro y volvía en dirección a
la carretera. Se detuvo próximo a una estación de servicio -donde
había sido inobservado por un momento-, hasta el instante en que llegan
con el taxi, para salir nuevamente a la ruta. Entra a un barrio y vuelve
a salir otra vez, siempre en silencio y siguiendo el trazado vial. Al
llegar a una curva se mueve en paulatino descenso a la par del vehículo
por el lado izquierdo, y se detiene después de realizar unos 2 km de
trayecto.
“Ya no éramos los únicos que vivíamos tan tremenda experiencia -dice
Nievas-, ya que en el barrio Santa Ana, dos personas que esperaban un
ómnibus fueron alertadas por nosotros para que miraran el recorrido de
esa fuente luminosa. Una señora, presa de pánico, se tomó de un árbol y
gritaba asustada. Lo único que nos dijo, llorando, fue que no la
siguiéramos, que la dejáramos…”. Infelizmente, estos testigos no
pudieron ser localizados.
El ovni variaba constantemente su sentido, andando en zigzag, pero
manteniendo la dirección este. Cuando Nievas y Brandi se hallaban en
proximidades del autocine Broadway, tuvieron el último contacto y
precisamente allí fue el epílogo de una iniciativa que los llevó a
seguir esa rara luminosidad, a través de varios kilómetros por un
carril empedrado, arbolado y con distanciadas viviendas, en una zona
densamente industrial.
Fue en aquel punto en que se detiene el ovni, al llegar los testigos a
la intersección de los caminos que unen Corralitos con Rodeo de la
Cruz, al instante en que las luces del Peugeot gasolero se apagan y la
radio -que comenzó entrecortando su transmisión y emitir un sonido- dejó
definitivamente de funcionar, al igual que el motor del automóvil, pero
abruptamente, rodando apenas unos metros debido a una pendiente que le
permitió al conductor arrimarlo a la banquina.
Representación gráfica de la escena.
En esas circunstancias el ovni comenzó a desplazarse hacia los
testigos. El pasajero Brandi, sumamente alterado, atinó a salir
presuroso del vehículo y correr, cayéndose al suelo en repetidas
ocasiones y refugiarse detrás de una casa, la única existente en el
lugar. En cambio, al conductor Nievas no le fue posible reaccionar,
manteniéndose durante unos minutos en estática posición frente al
volante afectado de una pará1isis en las piernas, hasta que logró con
cierto esfuerzo salir del taxi al encuentro del otro joven que estaba
escondido a unos 35 metros, junto a un canal.
Resulta ilustrativo reproducir la respuesta de Aldo Nievas sobre las
causas de su momentánea parálisis: “Fue por la emoción de lo que estaba
viendo, por lo que se estaba produciendo que no me dejaba. Las piernas
prácticamente las sentía, pero no las podía mover. Cuando bajé del auto y
volví a ver que la nave seguía, que todavía no se había alejado, ya
después perdí, digamos…, me tomó una crisis de nervios, de
desesperación, de no poder decir nada, de no poder comunicarle a los
demás lo que estaba viendo, de no poder… Yo nunca imaginé que me iba a
pasar algo así; pero siempre creí en la existencia de esos aparatos,
pues los adelantos de la ciencia me daban la pauta de que verdaderamente
existían…”.
UNAS SILUETAS DE SEMEJANZA HUMANA
El objeto se había acercado cada vez más, hasta una distancia de 100 m
y a una altitud de 80 metros. Entonces Nievas podía observar que tenía
unos grandes ventanales, a través de los cuales logró distinguir durante
unos 5 minutos unas siluetas de semejanza humana, muy altas y esbeltas
(“No sé si era por los vidrios del aparato que distorsionaba la imagen
de las figuras, pero no veía nada más, hasta que pude reaccionar”).
Los ocupantes del ovni fueron descriptos en detalle de la siguiente
manera: “En la cabeza parecían llevar una capucha, como la usada por los
buzos, pero más alargada. Eran 4 sombras iguales, con trajes pegados al
cuerpo, altos y delgados, anchos de tórax, brazos y piernas largas,
pero bien conformados. Se apreciaba que una de las figuras estaba frente
a un tablero, era el que controlaba la nave, que se mantenía inmóvil en
el aire sin hacer ningún ruido, y cuyo interior estaba iluminado por
una tenue luminosidad blanca. Las figuras adentro pude ver las cuando se
acercó la nave -agrega Nievas-, se desplazaban rápido, una detrás de
otra. En esos momentos había quedado paralizado. Quería saber más, Pero a
los ocupantes los veía nítidamente. Veía los ventanales, veía a la
gente que caminaba adentro. Pensaba que me iban a hacer daño, que se
venían contra el auto, que algo me iba a pasar: eso es lo que sentía,
pero nunca pensé que estaba muy preparado para tener una comunicación.
Algo. Sentí entonces mucho miedo, aunque cuando salí y corrí hacia atrás
continué observándolos. Mi impresión era como si estuviera en una sala
de operaciones, y están los practicantes arriba que lo ven, andando de
un lado a otro; eso era lo que ellos hacían, mirando por encima del
automóvil”.
Croquis de los ocupantes según Aldo Nievas.
Después de efectuar su máximo acercamiento a los testigos, el ovni
retornó a su posición original -hacia el oeste-, aprovechando los
aterrorizados Nievas y Brandi para regresar al auto, el que
imprevistamente arrancó sólo y sin problemas, a la par de restablecerse
sus luces, pero con tanta violencia, que se rompió la lamparilla del
interior y las de la radio, señala el chofer.
De pronto, el objeto volvió a detenerse en el aire y cuando varios
testigos estaban mirándolo desde lugares algo más distantes,
advirtieron que produjo un fogonazo blanco y una sorda y no muy intensa
detonación (“un boom, o algo así”), perdiéndose de vista.
SHOCK NERVIOSO
Aunque algo aturdido, fue en el instante de la explosión en que
Nievas dice haber perdido casi completamente el sentido. “Estaba
caminando ahí -nos refiere con dificultad- y me iba hacia el auto
desvaneciendo. Hubo un momento en que despegó, con la explosión que
hizo, yo quise volver al auto, y ahí no esperaron (los compañeros) y me
llevaron al hospital. No sé por qué perdí la conciencia. Iba camino al
auto… me dijeron que había pegado contra el auto, pero yo no sentí nada,
no tenía golpe alguno después. Más tarde desperté en el Hospital
Central de Mendoza, donde me habían aplicado calmantes y sujetado. Me
hallaba en un estado permanente de sobresaltos en la cama, recordaba
todo lo que había pasado. Les dije a los médicos que no me iban a dejar
internado, pero me respondieron que así debía ser, pues estaba muy
alterado. Mi insistencia fue vana y debí permanecer hasta pasadas las
10,30 horas”.
En otro pasaje de su exposición nos aclara: “Cuando vuelvo al auto
sentí una reacción y me apoderó un estado de nervios, desvaneciéndome.
Me contaron que detrás de mí venían los muchachos, pero no podían ver
bien la nave, sino simplemente la luz. Y vieron que después se vino para
el centro de Mendoza y que tras una explosión desapareció”.
Los empleados del radiotaxi que lo acompañaron al hospital y que presenciaron una luz han sido, entre otros, J. Sánchez, Freire y J. González.
No obstante, en su búsqueda iban varios taxis -tres de ellos fueron
quienes los encontraron- y un auto particular con dos personas en su
interior y un trabajador municipal que también fue testigo. Sin embargo,
las familias Lisanti y Sotile, que
viven en carril Godoy Cruz 7968, kilómetro 14, afirmaron no haber
escuchado nada anormal, a excepción de los persistentes ladridos de su
perra boxer, pasadas las 4 de la mañana. A esa hora, Brandi había
transitado por allí en su carrera desesperada buscando refugio.
Visiblemente aturdido, Nievas no recuerda haber visto animales y Brandi
señala que al retornar durante el día al lugar donde había estado
escondido, el animal no lo dejaba entrar a la finca.
Al abandonar el taxi, Brandi había extraviado su reloj pulsera,
hallándolo entonces detenido a las 4,11 horas, en el lugar de los
hechos. Al parecer, el reloj que llevaba Nievas también quedó detenido, a
las 4,04, cuando se produjo el paro del motor y el circuito eléctrico.
Como consecuencia de lo sucedido, Aldo Nievas continuó en constante
estado nervioso durante varias semanas, al igual que su eventual
compañero de viaje, viéndose obligado a abandonar momentáneamente su
oficio de chofer, y de manera definitiva el de taxista.
EL COMUNICADO DE LA IV BRIGADA AÉREA
A pesar del espectacular relato de Aldo Nievas y Carlos Brandi, los
comentarios suscitados por la versión del ovni avistado en la ciudad de
Mendoza y sus alrededores, quedarían desvirtuados por un comunicado de
la IV Brigada Aérea, con asiento en El Plumerillo, al revelar que las
luces detectadas esa madrugada correspondieron a varios aviones
militares que realizaban un ejercicio de vuelo. El comunicado expresa
textualmente lo siguiente:
“Lo avistado en la madrugada de hoy (lunes 24) son aviones de la
unidad que efectuaban ejercicios nocturnos, y las luces detectadas por
la población corresponden a los reflectores de las máquinas que se
utilizan para los aterrizajes. Esos reflectores son usados para tomar
las cabeceras de pistas y, en el caso aludido, la cabecera norte de la
pista de El Plumerillo, que precisamente enfrenta a la zona donde los
aviones fueron avistados por los testigos”.
Como es sabido, resulta excepcional que los organismos militares
salgan al cruce de versiones acerca de la presunta aparición de ovnis en
nuestro cielo, aún cuando se hallan involucrados elementos de sus
propias fuerzas. La respuesta en este caso quizá se deba a la proverbial
cantidad de testigos que avistaron extrañas luces durante esa
madrugada en la ciudad de Mendoza. Y, a no dudarlo, a la actitud
decididamente receptiva de sus autoridades que -pese para algunos-
ofrecieron una explicación.
La misma, en términos generales, es satisfactoria. Sin embargo, es
preciso notar ciertas diferencias -no insoslayables, y habituales- con
el fenómeno aquí descrito. Entre los aspectos más estables del
testimonio (es decir, menos propensos a deformaciones) surge que durante
los casi 40 minutos de observación, se hace referencia a un único ovni,
y no a varios como indica el comunicado; además, su carácter
silencioso, el comportamiento por veces errático, y el aspecto desusado
que mostraba en las fases más próximas el fenómeno. Hallándose los
aviones en el sector y durante tan prolongado período (lo cual no ha
sido precisado), llama la atención que los dos testigos no hayan
advertido la presencia de tales aparatos. ¿No fueron notados,
confundieron un avión, o acaso las aeronaves se hallaban en otra región
más distante como para ser vistas? De aceptar fielmente el testimonio
de los jóvenes testigos, en cuanto a los rasgos más estables, aparecen
discordancias notorias.
Esto nos impulsa a ahondar en la investigación. En tal sentido,
nuestras sospechas sobre la fiabilidad de lo descrito, especialmente
por Nievas, se orientan en dirección de la sugestiva riqueza de detalles
aportados por éste, testigo principal del episodio. Es decir, en
aquellos datos que pueden suponerse los mejores indicios de su
naturaleza anómala o desconocida, sostenida en una imagen no reconocida
por los demás testigos (pese a creer que las condiciones de observación
le hayan sido más favorables). ¿Trató acaso de engañarnos? Intentaremos
dilucidar este interrogante.
ANALISIS DE LOS TESTIMONIOS
La primera hipótesis es que la experiencia previa, el concepto ya establecido de la forma clásica de un ovni, hizo que el testigo viera la forma que su experiencia le dictara. Nievas ha visto un fenómeno no identificado
y es allí donde han reaccionado sus mecanismos psicológicos.
Interpretado de esta manera, el concepto global de lo observado resulta
una creación de la conciencia, y no de la realidad percibida. De ahí
que, como cada consciencia es individual, no todos vemos lo
mismo. Cada cual conformará dentro de sí aquello percibido
(seleccionando y añadiendo elementos), de acuerdo a sus experiencias,
intereses, formación, personalidad, y circunstancias. Un factor
condicionante que pudiere haber operado en la conciencia de los
testigos, es que -según versiones periodísticas-, “a esa hora ya
había cobrado conocimiento de que algunos colegas habían informado a la
central de radiotaxis que raras luminosidades eran avistadas en el
cielo mendocino”. Esta noticia que parece haber sido conocida por
Nievas y Brandi antes de su propia experiencia, facilitó la disposición
de enfrentarse a la rara luminosidad, con la categoría de ovni.
La convicción previa de que los mismos son naves extraterrestres le
denotaría que lo observado momentos después estaba efectivamente
tripulado.
Con esa creencia, la vívida impresión sufrida al sentirse
virtualmente atrapado (al pasar de improviso, de seguidor a perseguido
al bloquear su actividad motora, desde su automóvil hasta sus piernas,
etc.) le hizo perder por un instante su conciencia racional, dejando
emerger sus contenidos psíquicos latentes, fuertemente emocionales (no
tiene una clara idea dónde se encuentra, pierde relación con el medio
-no escucha el ladrido de la perra, después no hallaría a su
acompañante-, mostrando un evidente cuadro confusional); desencadenando
una fuerte crisis nerviosa con la pérdida de sus sentidos. En ese
estado, Aldo Modesto Nievas se constituye en el único testigo que afirma
haber distinguido a un centenar de metros abundantes detalles del
interior del objeto.
La segunda hipótesis probable es que la versión de
los ocupantes sostenida por Aldo Nievas, fue agregada deliberadamente al
relato original (referido sólo al objeto), con el propósito de
reforzar el carácter anómalo del fenómeno avistado, una vez abierta la
duda por el comunicado tranquilizador de la aeronáutica.
En otras palabras, los testigos habrían observado un fenómeno
inusual, pero al ser puesta en juicio la naturaleza del mismo, Nievas
incluyó elementos más fantásticos dentro de su propia visión persuadido
de que mantendría así la condición anómala que habría experimentado, y
no caer en ridículo.
Nota gráfica de varios objetos captada por el cronista Alfredo Yanzón.
Conviene señalar que Carlos W. Brandi atestiguó que al detenerse el
objeto, los operadores de la central de taxis se comunicaron con la
Fuerza Aérea avisando de lo ocurrido, pero en respuesta se les dijo que
se trataba de aviones que efectuaban vuelos rasantes. Inclusive, el
fotógrafo Alfredo Yanzón, del diario Mendoza,
registró a las 4 horas desde la terraza de un edificio ubicado en la
calle Rodríguez, la presencia de varias luces atribuidas a dichos
aviones, y reproducidas junto a los testimonios de los jóvenes. No
obstante lo dicho por Brandi, el chofer Nievas omite en cambio, en
todas sus extensas declaraciones, estos datos de gran importancia y no
deja de comentar -salvando cualquier duda- que “al principio creí que se
trataba de un avión, ya que en la zona es muy frecuente ver máquinas
haciendo maniobras a escasa altura para tomar la cabecera de la pista
del aeropuerto de El Plumerillo, pero a medida que avanzaba ese objeto
hacia el este, me convencía que dicha posibilidad era cada vez más
improbable”.
Las declaraciones de Nievas y Brandi fueron publicadas con amplitud
en los días siguientes, acompañadas por lo general del comunicado de la
IV Brigada Aérea. Lo que llama la atención es que no se hace referencia
alguna sobre los ocupantes vistos en detalle por el conductor Nievas,
dato que no hubiera escapado al periodismo (1), indicando por el
contrario que el ovni tenía la forma de hongo y que apenas “creíamos ver
que en su parte inferior tenía ventanillas o algo similar” (Mendoza, 25
jul 1978).
Nada más sostendría Nievas. Luego del comunicado la situación cambia y
en adelante dice haber distinguido en el interior del objeto y a través
de unos ventanales, un tablero de control y cuatro esbeltas figuras vestidas con un ajustado buzo negro, moviéndose de un lado a otro (!).
Pese a ser un rasgo muy singular para no ser mencionado, pensamos que
podría tratarse de una simple omisión si no fuera por la cadena de
indicios que surgen de nuestra investigación testimonial, avalando esta
hipótesis. Parece significativo que en nuestra requisitoria Aldo Nievas
haya declarado lo siguiente: “Brandi detrás de la casa pudo observar
también a las figuras porque el ventanal del objeto era redondo y notó
inclusive que las mismas giraban en el aparato”. Sin embargo, su
acompañante Carlos Brandi ha asegurado que “el objeto parecía estar
rodeado de enormes ventanas que hacían las veces de paredes, separadas
en tramos y por superficies vidriosas. A través de esas ventanas,
llegaba a divisar apenas una especie de humo, como si fuera una botella
llena de humo”, negando haber podido apreciar más detalles, como sería
la presencia de ocupantes.
Otro de los hechos discordantes se advierte al cotejar su primer
testimonio público y el emanado en nuestra encuesta, lo cual pasa a
vigorizar la hipótesis del refuerzo de prueba (en rigor, es una
pseudo-prueba, pues la versión de los humanoides sería un argumento a
favor del carácter extraño del fenómeno, pero no de su presumible
autenticidad) empleado por el testigo principal, quien indicó que la
radio volvió a funcionar tras alejarse el ovni, restableciéndose la
comunicación. En cambio, con posterioridad, nos expresó que las lámparas
del equipo se partieron súbitamente al restablecerse la corriente,
debiendo ser reparado por completo.
El episodio presenta otros aspectos indefinidos, como las
circunstancias en que el chofer se desmayó y ocurrió la detonación, la
falta de identidad de las presuntas tres personas que aguardaban un
ómnibus en el trayecto del taxi, etc.
Después de todo, es en el estado de shock profundo que entra Aldo
Modesto Nievas -próximo al desmayo-, la circunstancia precisa en que
afirma haber observado con bastante nitidez y detalle lo que ocurría en
el interior del ovni. En tales condiciones y de acuerdo a lo que se
desprende del examen del caso, resulta muy improbable admitir la versión
de los ocupantes, conforme a la realidad descripta.
REFERENCIAS
Tomado del Blog del Dr. Roberto Banchs
(1) Mendoza, Mendoza, 25 julio 1978; La Nación, Buenos Aires, 25 julio 1978; La Razón, Buenos Aires, 25 julio 1978; La Prensa, Buenos Aires, 26 julio 1978; La Semana, rev., Buenos Aires, n° 92, 2 agosto 1978, Cuarta Dimensión Anuario 1982, Buenos Aires, ps.76178; UFO Press, Buenos Aires, IV, n° 13, octubre 1979, ps.15/16.