La tenebrosa historia de una joven que vive entre espejos que reflejan mensajes siniestros
La protagonista del relato es Paola una joven que vive con su novio en una vieja casa de Bermejo:
“Yo escuchaba ruidos, mi novio no me creía hasta que un día estábamos en la chimenea y mi novio vio pasar algo, yo lo miré y el tenía los ojos llorosos. Se levantó rápido, fue buscar lo que había visto pero no encontró nada” señaló Paola para luego agregar: “Inmediatamente me sacó de ahí y me llevó a la casa de mi comadre”.
Hasta ahí la historia transitaba un relato que asomaba entre lo border y misterioso para luego tomar un giro que lo depositó en fantasmagóricamente inverosímil, aunque ella no tuvo que insistir en la veracidad de su enunciado. Solo le bastó seguir para reforzar el microclima de azoro que envolvió a todos: conductores, operador, productores que rápidamente se transformaron en oyentes privilegiados de una historia digna de Alfred Hitchcock.
“Al otro día volvimos, habáimos estado desvelados por horas. Nos mirábamos y nos preguntábamos, ¿qué fue todo eso?. Cuando entramos a la casa, vimos que los espejos estaban escritos. En su leyenda decía: MATATE”.
Paola contó, en medio de una agitación ahogada, que con su novio decidieron llamar al cura párroco de Bermejo para que exorcizara a la casa, la librar de esa maldición que empezaba a acosarlos.
“El cura nos dio un rosario a cada uno y agua bendita, nos dijo que limpiáramos la casa con agua bendita y que por nada del mundo nos sacáramos el rosario”, aseveró la mujer.
Y luego volvió sobre el episodio que quedó grabado en su memoria, como una marca indeleble que no logra borrar. “En los espejos decía: MATATE. Un día yo entró al baño y siento que detrás de mí la puerta se cierra abruptamente. Miro la cortina del baño y es como se balanceaba por una brisa imperceptible. La corro con brusquedad y ahí en los azulejos decía en negro: MATATE”.
Silencio. En la radio se hizo un breve aunque eterno silencio. El conductor (Marcelo Ortíz) se permitió volver a dudar sobre la veracidad del relato, aunque su argumento ya daba para un tomo de bolsillo de terror.
Luego planteó una relación entre el ambiente opresivo y siniestro de su casa, con su secuela sobrenatural, y una desgraciada historia familiar.
“Mi novio es muy creyente, pero a mí me costó ponerme el rosario tal como me pedía el cura. Yo no soy devota, a mi paso me pasó un suceso familiar en el que dejé de creer” esbozó para luego explicar a qué se refería.
“Mi hijo nació con una enfermedad muy extraña, y los más raro es que yo soy una persona muy sana. Mi hijo padece una malformación en su aparato digestivo que aquí en Mendoza solo se registran dos o tres casos”.
Ahí Paola intentó argüir, aunque sin poder fundamentar con evidencia racional, que el mal que aqueja a su hijo tendría que ver con algo siniestro que anida en ese caserón de Bermejo.
“Yo no me quedo sola en esa casa, yo no quiero entrar a esa casa”, clamó en tono desesperadamente apagado hacia al final.
Creer o reventar.
Fuente: UNO Digital
No hay comentarios:
Publicar un comentario